A través de la migración, más protegidos, más ricos, más adaptables y más seguros
El mandato de la oficina de la OSCE encargada de coordinar las actividades económicas y medioambientales está concebido en torno a un concepto positivo de la migración, entendida como un recurso, un factor fundamental para impulsar el desarrollo y crecimiento económicos, así como la prosperidad.
La migración es un tema que se debate muy acaloradamente en una época como la actual, marcada por los crecientes flujos no regulados de personas a lo largo y ancho del planeta, incluida la región de la OSCE y sus territorios vecinos. Informes alarmistas sobre amenazas a nuestra seguridad y estilo de vida inundan los titulares de los medios informativos; los políticos populistas aprovechan el terreno abonado por la ansiedad que provoca el aumento del desempleo y las desigualdades económicas para alimentar actitudes negativas frente a los refugiados y los trabajadores extranjeros. Ante semejante telón de fondo resulta difícil hablar de la migración como si fuera un recurso. Y sin embargo, de conformidad con su mandato, esa es exactamente la manera de enfocar la migración que defiende la Oficina del Coordinador de las Actividades Económicas y Medioambientales de la OSCE (OCAEM/OSCE), y no le falta razón.
Rumbo a un aumento de la migración legal
Los modelos migratorios han variado en los 25 últimos años a causa de la globalización, que los ha moldeado, acelerado y ampliado. Aunque por un lado se haya facilitado la circulación de personas abaratando costes de transporte y derruyendo antiguas barreras políticas e ideológicas, por otro lado los Estados han ido adoptando un enfoque cada vez más rígido respecto de la movilidad humana. Una paradoja, si consideramos el aumento de la interconexión entre nuestras economías. La movilidad de conocimientos especializados y capacidades es parte integrante de un mundo empresarial cuyo objetivo es lograr una eficiencia y productividad aún mayores.
Un estudio de cinco años sobre los factores determinantes de la migración, elaborado por el Instituto Internacional de las Migraciones, ha confirmado que las políticas restrictivas relacionadas con la migración laboral no hacen más que empeorar los problemas que pretenden prevenir y, por ejemplo, solo logran provocar una desviación hacia la irregularidad. Al contrario de lo que defiende la opinión generalizada, una mayor movilidad humana forma parte de la solución al problema. En un mundo en el que una de cada siete personas no reside ni trabaja en su país de origen, el desarrollo de unos mecanismos efectivos que faciliten la migración legal tiene un efecto de transformación positivo, tanto en la vida de las personas como en las economías nacionales.
El aumento de la migración legal aporta una mayor seguridad a nuestras sociedades. Reduce la explotación y contrarresta la exclusión social que sufren los trabajadores migrantes, tanto regulares como irregulares, que puede desembocar en tensiones sociales. La Organización Internacional del Trabajo calcula que hay unos 20 millones de personas en todo el mundo víctimas del trabajo forzoso. Se trata de una cuestión inaceptable desde el punto de vista de los derechos humanos, que además conlleva un coste social y económico que la comunidad económica mundial no se puede permitir.
Permitir un aumento de la migración legal incrementa también la protección social. Preserva nuestros sistemas de bienestar mediante la inyección de talentos jóvenes y motivados en nuestras sociedades envejecidas. El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas prevé que en el mundo, hacia el año 2050, el número de personas de 60 años de edad o mayores será igual que el de menores de 15 años. Según las estimaciones del Instituto de Investigaciones Económicas, con sede en Múnich, solamente Alemania necesitaría en teoría 32 millones más de personas en 2035 para poder seguir financiando su sistema actual de pensiones.
El aumento de la migración legal nos hace más ricos, ya que nos podemos beneficiar de las inversiones que realizan los trabajadores migrantes con sus ahorros, tanto en los países de origen como en los de destino. El Banco Mundial, en su Informe sobre Migración y Desarrollo publicado en abril, declara que los trabajadores migrantes envían a sus hogares 583.000 millones de dólares anuales en transferencias, una cantidad que triplica la cifra total de asistencia al desarrollo internacional que aportan los gobiernos. Este ejemplo ilustra a las claras su considerable contribución a la prosperidad global.
Por último, el aumento de la migración legal nos hace más adaptables. En un mundo como el actual, la migración ha dejado de ser una oportunidad para toda la vida. Es una estrategia de superación personal a la luz de las crecientes incertezas en las que nos vemos sumidos ante un mercado laboral mundial cada vez más flexible, una tesela más dentro de un mosaico siempre cambiante de opciones laborales y modos de vida. Si abrimos las puertas a la migración las convertiremos en puertas giratorias, aumentando así la circularidad, de la migración al retorno y, desde allí, de vuelta a la migración.
Replanteémonos las políticas migratorias
La crisis migratoria que actualmente atravesamos nos brinda la oportunidad de replantearnos las herramientas y las políticas migratorias vigentes. Nos equivocaríamos si consideráramos “buenos inmigrantes” a una categoría concreta de migrantes, los refugiados que huyen de la guerra y la persecución, mientras que los migrantes por motivos económicos, los que buscan una manera más segura de ganarse la vida en el extranjero, serían los “malos inmigrantes”. La migración es un fenómeno diversificado y las herramientas para gestionarlo deben adaptarse a los diferentes motivos que obligan a las personas a abandonar sus países.
Algunas de las fuerzas motrices más poderosas de la migración son las aspiraciones, los sueños, la creatividad, el espíritu aventurero y la capacidad de sacrificio de los seres humanos: las mismas fuerzas que impulsan la innovación y el crecimiento económicos. Es importante reconocer que entre las personas que actualmente solicitan protección internacional, también hay muchas que van en busca de una oportunidad para demostrar su valía a la sociedad. La creación de mecanismos accesibles y realistas que faciliten la migración laboral debería convertirse en una prioridad para que las economías receptoras pudieran beneficiarse de este recurso.
¿Qué puede hacer la OSCE?
Existe una necesidad urgente de aplicar una buena gobernanza en materia migratoria, centrando la atención en ampliar los mecanismos que faciliten la migración legal. Pero eso solo podrá conseguirse aunando esfuerzos. La OCAEM/OSCE, de conformidad con su mandato, brinda a los Estados participantes la oportunidad de sacar provecho de su larga y dilatada experiencia y de sus conocimientos periciales, sin olvidar por ello que es prerrogativa de cada Estado decidir quién entra y quién puede quedarse en su territorio y con qué condiciones. La Oficina basa su asesoramiento en materia política en tres pilares: conocimientos, capacidades y cooperación.
Conocimientos: Para lograr un efecto positivo, las políticas de migración laboral deben fundamentarse en pruebas y análisis económicos. La OCAEM/OSCE elabora guías, manuales y materiales de formación en materia política sobre la mejora de la legislación y las políticas migratorias. Ha sido pionera en la presentación de métodos innovadores que abordan las aspiraciones y vulnerabilidades de las trabajadoras y los trabajadores migrantes, así como sistemas eficaces de recopilación e intercambio de datos y estadísticas sobre migración. También se sirve de la oportunidad que le brindan actividades como las reuniones del Comité Económico y Medioambiental, el Foro Económico y Medioambiental que se celebra anualmente, o reuniones y seminarios de expertos, para informar a los Estados participantes acerca de investigaciones y prácticas que considere de gran importancia.
Capacidades: Los retos migratorios requieren respuestas pragmáticas tanto en el plano nacional como el local. A fin de convertir los conocimientos teóricos en prácticas operativas, la OCAEM/OSCE ofrece formación a los correspondientes ministerios, autoridades locales, representantes sindicales y del sector privado, así como a comunidades de migrantes. A través de la participación de todos estos interesados, la Oficina logra fomentar un intercambio de ideas que conduce al desarrollo y la aplicación de proyectos piloto, como por ejemplo los Centros de Recursos para Migrantes, establecidos en Tayikistán en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que brindan orientación tanto antes de la emigración como después del regreso al país de origen.
Cooperación: La naturaleza siempre cambiante de los flujos migratorios obliga a la búsqueda continua de una base común y de soluciones compartidas entre los diferentes agentes implicados: los países de origen y destino, el sector privado, las autoridades locales, los sindicatos, las comunidades de acogida y las de migrantes. Los sistemas eficaces de gobernanza en materia de migración laboral deben compensar las preocupaciones de todo tipo en relación con el control de fronteras, los cambios demográficos, las necesidades de las economías nacionales, las demandas específicas de mano de obra de los mercados laborales y las de la empresa privada. La OCAEM/OSCE facilita el intercambio de información y el manejo de herramientas fundamentales para evaluar, supervisar, adaptar y aplicar políticas de migración laboral que sean eficaces. Su objetivo consiste en brindar apoyo a decisiones políticas que se basen en datos económicos reales, no a las basadas en enfoques emocionales o, lo que es aún peor, las que se sirven de la demagogia.
Hacer de la migración una ventaja para el desarrollo y el crecimiento económicos, tanto de los países de origen como de destino, es una responsabilidad política, concretamente, una responsabilidad compartida. Convertir los retos en oportunidades es algo que precisa cooperación y un cambio de mentalidad. Es necesario que comprendamos que las políticas migratorias restrictivas son parte del problema, no la solución. Juntos, debemos hacer que la migración forme parte de nuestras vidas como un elemento estructural más de la economía global. Y, juntos, debemos aspirar a la creación de políticas que hagan de la migración una herramienta más dentro de la prosperidad compartida. Si trabajamos hombro con hombro, conseguiremos que la migración se convierta en un recurso para todos y cada uno de nosotros.
Teresa Albano es Oficial de Asuntos Económicos de la Oficina del Coordinador de las Actividades Económicas y Medioambientales de la OSCE
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