El Programa de Productos Alimentarios Justos de la Coalición de Trabajadores de Immokalee
Por Greg Asbed
En el marco del Programa de Productos Alimentarios Justos de la Coalición de Trabajadores de Immokalee, los campesinos se asocian con grandes supermercados y cadenas de comida rápida con el objetivo de que sus cadenas de suministro sigan las pautas del comercio justo. El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos ha seleccionado este programa como modelo excepcionalmente prometedor para su utilización en entornos con bajos salarios del planeta.
Immokalee (Florida) está en el corazón de una de las principales regiones agrícolas de Estados Unidos y es una importante zona productora de tomates y otros alimentos. En 2011, la Coalición de Trabajadores de Immokalee, una organización de derechos humanos dirigida por los propios trabajadores, inició el Programa de Productos Alimentarios Justos (FFP, por sus siglas en inglés), una asociación pionera entre peones agrícolas, agricultores y minoristas del sector alimentario, cuyo objetivo es garantizar mejores sueldos y condiciones laborales más humanas para los trabajadores agrícolas.
Aunque tiene su sede en Florida, el FFP ha crecido y en la actualidad está presente en los estados de Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Maryland, Nueva Jersey, y se está introduciendo también en Vermont. Se ha asociado con gigantes de la industria alimentaria: las cadenas de supermercados Walmart y Ahold, las empresas líderes de comida rápida Subway y Burger King, así como las del sector hostelero Sodexo y Compass Group.
Aplicación de la normativa por los propios trabajadores
El FFP aplica un enfoque rompedor en cuanto al control y al cumplimiento de los derechos laborales, el llamado modelo de Responsabilidad Social impulsada por los Trabajadores (WSR). Este enfoque se basa en dos pilares distintos, pero igualmente importantes: la participación de los trabajadores y una especial atención en la aplicación normativa.
Las normas son un elemento necesario de cualquier programa de rendición de cuentas en cuestiones sociales. Pero solo un régimen de aplicación exhaustivo será capaz de convertir las normas en verdaderos cambios. Los minoristas tienen una importante herramienta en sus manos, ya que son ellos quienes deciden si desean adquirir sus productos solo de proveedores responsables desde un punto de vista social. Pero ese poder como compradores solo podrán ejercerlo eficazmente si son conscientes de cuándo es necesario emplearlo.
Con objeto de facilitar a sus compradores afiliados información fiable en la que puedan basar una decisión de compra, el FFP aplica tres mecanismos esenciales de transparencia y aplicación normativa. El primero es la educación de los trabajadores, tarea que en el FFP llevan a cabo los propios trabajadores. La educación de los trabajadores no solo resulta esencial a la hora de conseguir información en tiempo real sobre las condiciones en los lugares de trabajo, sino que tiene un efecto multiplicador extremadamente práctico , ya que delega de manera eficaz en decenas de miles de trabajadores la tarea de vigilar en primera línea que se respetan sus derechos.
Un corolario de la educación sobre los derechos de los trabajadores es la necesidad de proporcionarles también los instrumentos para que puedan informar sobre la violación de dichos derechos. En el FFP, esa función la cumple un sistema de resolución de quejas 24/7, que los trabajadores pueden utilizar sin miedo a represalias. Consiste, esencialmente, en una transmisión de vídeo en directo desde el lugar de trabajo al organismo de control, que garantiza que los jefes de las granjas que vulneren los derechos de sus trabajadores tienen muchas probabilidades de ser descubiertos. Desde su creación, hace cinco años, se han presentado y tramitado más de 1.500 denuncias, el 80 por ciento de las cuales se resolvieron en bastante menos de un mes.
Por último, el Programa de Productos Alimentarios Justos realiza auditorías exhaustivas, las cuales son necesarias para revelar conductas no deseadas y que no están a la vista de los trabajadores, como por ejemplo la manipulación en el cálculo de salarios mínimos, cuando se remunera a los trabajadores a destajo. Las auditorías también brindan la oportunidad de hablar directamente con los trabajadores sobre sus impresiones relacionadas con el entorno de trabajo. Sin embargo, eso solo da buen resultado si los trabajadores conocen sus derechos y confían en los auditores, y si los auditores conversan con un número suficiente de trabajadores para llegar a conclusiones significativas desde un punto de vista estadístico. El Consejo de Normas relativas a los Productos Alimentarios Justos, organismo encargado de llevar a cabo las auditorías del FFP, entrevista al menos a la mitad de los trabajadores presentes, es decir, a cientos de personas en explotaciones agrícolas grandes, un nivel muy superior a lo que es la práctica habitual en el sector industrial.
En conclusión, la educación de los trabajadores, un mecanismo confidencial de resolución de quejas y auditorías periódicas, todo ello respaldado por “el poder de la orden de compra” de los minoristas, son los elementos esenciales que han permitido al FFP transformar, gradual pero inexorablemente, uno de los sectores más atrasados de toda la industria de productos agrícolas de Estados Unidos en un entorno laboral justo.
Greg Asbed es Cofundador de la Coalición de Trabajadores de Immokalee y del Programa de Productos Alimentarios Justos.
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