Lectura recomendada: Steffan Wolff, “Economic Diplomacy and Connectivity: What Role for the OSCE?” (Diplomacia y conectividad económicas: ¿Qué papel puede desempeñar la OSCE?)
Stefan Wolff, profesor de seguridad internacional de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), explica que se interesó por primera vez en la conectividad económica cuando la Red de Grupos de Reflexión e Instituciones Académicas de la OSCE se puso en contacto con él para realizar una investigación sobre la forma en que el comercio podía mitigar los conflictos. Preparó junto con un colega un documento sobre la cuestión y seguidamente pasó a dirigir el proyecto de la Red titulado OSCE Confidence Building in the Economic and Environmental Dimension (Fomento de la confianza por parte de la OSCE en la dimensión económica y medioambiental).
En este nuevo estudio, Economic Diplomacy and Connectivity: What Role for the OSCE?, Wolff se adentra en la exploración del vínculo entre las relaciones económicas y la seguridad en el contexto de la diplomacia multilateral de la OSCE. Dos cursos prácticos, celebrados en Viena y Birmingham, con la participación de la Oficina del Coordinador de las Actividades Económicas y Medioambientales de la OSCE, también aportaron material para la elaboración de esta publicación.
La conectividad, un motor del desarrollo económico
Wolff introduce el concepto de “conectividad económica” en las primeras páginas de su estudio definiéndolo como cualquier forma de relación económica informal entre Estados o grupos de Estados, ya sea mediante el comercio, actividades empresariales, relaciones financieras o movilidad humana.
La conectividad económica que, según nos advierte, no debe confundirse con la “integración económica”, es uno de los principales motores del desarrollo económico, especialmente en un mundo globalizado como el actual. Citando un documento reciente del Banco Mundial, señala que cuanta más conectividad exista a través de múltiples canales, más beneficiosa será esta.
El factor político
Si bien la conectividad depende de muchos factores, como la geografía, las redes de transporte y las infraestructuras en materia de comunicación y energía, Wolff defiende también la gran importancia del factor político (la buena gobernanza y la armonización de los marcos reglamentario y jurídico) para garantizar que una mayor conectividad también conduzca a una mayor seguridad.
Pero el aumento de la interdependencia entre países propiciado por la conectividad económica también puede dar lugar, por sí mismo, a una mayor vulnerabilidad. “Gestionar la vulnerabilidad por medio del desarrollo y aplicar un marco común para una ‘conectividad sostenible y basada en las normas’ es fundamental si queremos que la conectividad económica despliegue todo su potencial, tanto para los Estados como para los ciudadanos”, escribe Wolff. Es aquí donde la diplomacia multilateral, reforzada con la voluntad política, tiene que desempeñar un papel primordial, sostiene.
Una función singular para la OSCE
¿Qué papel podría y debería desempeñar la OSCE para aumentar los beneficios de la conectividad económica? En su respuesta a esa pregunta, Wolff señala el hecho de que la diplomacia económica actual en la región recibió su primer impulso gracias al Acta Final de Helsinki de 1975, cuando los Estados participantes se dieron el mandato “de promover mejores relaciones entre ellos y de lograr condiciones en las que sus pueblos puedan vivir en una paz auténtica y duradera, libres de toda amenaza o atentado contra su seguridad”. Desde entonces han surgido muchos agentes que se han dedicado a promover la conectividad en la región y Wolff ofrece una útil visión de conjunto de sus diversas actividades.
El autor concluye diciendo que, a pesar de lo saturado que está ese ámbito, la OSCE tiene un papel singular y esencial que desempeñar dentro de la diplomacia económica, dada su priorización de la seguridad, su red de operaciones sobre el terreno en zonas clave como los Balcanes y Asia Central, y su capacidad para establecer conexiones no solo con los gobiernos, sino también con el sector privado y la sociedad civil. Wolff justifica su afirmación con una reseña del historial positivo de la OSCE en la promoción de la conectividad y de sus actividades en la actualidad, desde que los Estados participantes adoptaron la Decisión del Consejo Ministerial relativa al fortalecimiento de la buena gobernanza y fomento de la conectividad, en Hamburgo, en 2016.
Wolff finaliza su estudio incorporando su visión de cómo podría ir evolucionando el papel de la OSCE como promotora de la conectividad hasta convertirse en una plataforma internacional para la generación de conocimientos, la mediación y el intercambio. Ante los nuevos retos para la conectividad que se vislumbran en el horizonte, incluida la creciente influencia de China, una base sólida en la OSCE respecto a conocimientos y prácticas relacionados con la conectividad podría garantizar que la respuesta de los Estados participantes a esas cuestiones fuera integradora y no divisoria.
Construyendo una Comunidad
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