Cuando un millón de personas tienen que huir
Por Sophie Hofbauer y Ursula Froese
Al entrar en el restaurante mediterráneo de Hussam Al-Yamani, en el distrito histórico de Podil, en Kiev, lo primero que se ve es un certificado enmarcado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Al-Yamani es un arquitecto sirio que solía trabajar en Dubai y en Damasco, y vino a Ucrania en octubre de 2012 para pedir asilo tras haberlo perdido todo en la guerra. Gracias a una pequeña subvención del ACNUR pudo aprovechar su creatividad arquitectónica para convertir un espacio de apenas cuatro paredes de hormigón en este local de hostelería de moda. Dos años y medio después, Al-Yamani da trabajo a personas internamente desplazadas (PID) de Donbass. “Huí de la violencia en Siria en busca de la paz y la estabilidad de Kiev, y ahora veo cómo la guerra llega a Ucrania. Me puse en contacto con el ACNUR para preguntar si podía ofrecer ayuda. Me enviaron a dos personas, una de Lugansk y otra de Donetsk, que ahora trabajan aquí como camareros”, dice.
Hasta finales de 2013, la función del ACNUR en Ucrania consistía ante todo en brindar servicios básicos a los refugiados, apátridas o solicitantes de asilo como Hussam. Llegaron de países como Siria, Afganistán, Irán y el área postsoviética, y se dirigieron a la pequeña oficina de la agencia, situada al lado del monasterio ortodoxo histórico de Lavra, en Kiev, para realizar entrevistas y consultas. “Muchos nos dijeron que se sentían seguros dentro de los muros de la iglesia”, dice Nina Sorokopud, Oficial de Información Pública de la oficina.
Sin embargo, cuando el conflicto en el este de Ucrania empezó a obligar a la gente a huir en febrero del año pasado, el ACNUR cambió rápidamente de táctica. Ahora ha puesto en marcha una operación de emergencia que funciona a pleno rendimiento, destinada a personas del propio país que buscan refugio. La sede de Kiev se ha ampliado, y hay una sucursal muy grande en Dnepropetrovsk, una de las principales áreas de acogida. La agencia también interviene en Donetsk, Jarkiv, Jerson, Mariupol y Severodonetsk, y abarca más regiones junto con sus socios ejecutores.
Voluntarios
Lo más destacado del proceso de asentamiento de las PID es la rapidez y la eficiencia con la que los propios ciudadanos se han organizado para ayudar a los desplazados. Gran parte de los esfuerzos del ACNUR se dedican a apoyar iniciativas voluntarias y de las comunidades. “Antes de la crisis, la actitud predominante de los ucranianos se resumía en el dicho: “Mi casa queda al fondo de la calle y lo que pase en el pueblo no me afecta”. Teniendo presente ese trasfondo, me ha asombrado la reacción de mis compatriotas”, dice Nina.
Ella señala el centro de recogida y de distribución para PID, que es grande y funciona bien, situado en la calle Frolivska, en el distrito de Podil (a apenas unas manzanas del restaurante de Hussam), que recibió ayuda del ACNUR en forma de artículos no alimentarios. Doscientas personas visitan el edificio cada día, así como las carpas que lo rodean, para recoger alimentos, utensilios de cocina, ropa de cama y juguetes infantiles; se trata de una operación impresionante, a cargo únicamente de voluntarios.
Hay un centro análogo en Dnepropetrovsk, dirigido por la ONG Domopoga Dnipro, que además de ser un punto de distribución ofrece vivienda temporal, un servicio de inscripción, asesoramiento y contactos para encontrar dónde alojarse. En él han obtenido ayuda más de 50.000 PID. Actualmente, el ACNUR está rehabilitando el quinto y el sexto pisos, con nuevas ventanas, puertas, empapelado de paredes y muebles. También ha brindado ayuda financiera, al igual que la OSCE, que ha donado 20.000 euros destinados a artículos para niños. Sin embargo, el funcionamiento diario del edificio está completamente a cargo de un equipo de dedicados voluntarios, y casi todos los bienes son donativos de los ciudadanos. Los agricultores proporcionan productos frescos cada día. Todos los responsables de los centros de Kiev, Dnepropetrovsk y otros lugares coinciden en que el apoyo de la sociedad civil ha sido abrumador, pero a causa del deterioro de la situación económica del país puede resultar difícil que se mantenga.
Inscripción de las PID
La inscripción de las PID en un registro ha sido una de las iniciativas más importantes de la sociedad civil. El gobierno dedicó varios meses a establecer su propio sistema de inscripción, pero reconoció las inscripciones hechas por las ONG, lo que significaba que las personas desplazadas podían empezar a recibir prestaciones sociales.
El ACNUR ha asesorado al gobierno en lo relativo a las versiones sucesivas de la nueva ley de derechos y libertades de las PID, que entró en vigor el 20 de octubre de 2014, y a la creación de un sistema de inscripción funcional; este último se estableció en octubre del año pasado.
Cuando el gobierno anunció su decisión de pagar una subvención de alquiler a las PID inscritas, pero demoró el inicio de los pagos, el ACNUR ayudó a resolver el problema colmar esta deficiencia, brindando asistencia financiera a las 12.000 personas más necesitadas: los discapacitados o las familias con hijos pequeños.
Dentro de la zona del conflicto
Una de las actividades principales del ACNUR consiste en proporcionar ayuda humanitaria inmediata a personas atrapadas en medio del conflicto. “Colaboramos con las ONG y otras organizaciones internacionales para darles chaquetas de abrigo, mantas y utensilios de cocina. Ayudamos a reparar refugios de emergencia”, dice Nina.
Gran parte de la ayuda se ofrece a nivel local, pero un elemento importantísimo, que proviene de las existencias almacenadas globales, es un revestimiento plástico especial empleado para hacer reparaciones urgentes en zonas afectadas por el conflicto. “Por ejemplo, hemos podido distribuirlo en Mariupol un día después de que la bombardearan. Cuando hay una ventana destrozada, es fácil cortar el material y tapar el boquete. También se puede colocar sobre el tejado”, explica Nina.
Cooperación con la OSCE
Desde el comienzo de la crisis, el ACNUR y la OSCE han cooperado de manera muy estrecha. La Misión Especial de Observación de la OSCE en Ucrania fue desplegada sobre el terreno casi justo después de que estallara en conflicto, y sus miembros pudieron informar acerca de las características y las rutas de las PID que huían hacia áreas más seguras de Ucrania o bien cruzaban la frontera como refugiados con destino a países vecinos. Partiendo de la información directa comunicada por los observadores de la OSCE, los funcionarios del ACNUR sobre el terreno han podido facilitar asistencia y protección específicas a las personas que lo necesitaban.
En julio de 2014, el Embajador Ertugrul Apakan, Observador Jefe de la Misión Especial, y Oldrich Andrysek, que entonces era el Representante Regional del ACNUR para Ucrania, consolidaron su cooperación con la firma de un acuerdo operativo de coordinación e intercambio de información, basado en un memorando de entendimiento de 1998 relativo al fomento de la cooperación entre ambas organizaciones.
La cooperación se ha visto favorecida por un recurso desarrollado conjuntamente en 2013 por el ACNUR y el Centro para la Prevención de Conflictos de la OSCE, la Lista de Control de Protección. Esta guía práctica fue diseñada para ayudar a los miembros del personal de la OSCE sobre el terreno a identificar puntos vulnerables de las poblaciones desplazadas e intervenir al respecto, en cooperación con organismos especializados como el ACNUR. La guía no acumuló polvo en un estante, sino que ha demostrado ser una herramienta valiosa en Ucrania y también en otras zonas de la región de la OSCE como, por ejemplo, en Asia central. Todos los observadores de la OSCE recibieron un ejemplar impreso en cuanto llegaron a Ucrania, y se organizaron sesiones informativas específicas destinadas a 50 puntos de enlace para los derechos humanos en Kiev, Jarkiv, Odesa y Lviv, acerca de la manera de utilizarlo. Desde entonces, el libro se ha traducido al ruso y está disponible en formato de bolsillo, con una lista de contactos útiles.
Utilizando como referencia la Lista de Control de Protección, los observadores de la OSCE han prestado una atención especial a las cuestiones propias del desplazamiento en su labor cotidiana de observación, y las han integrado en sus informes periódicos. Por ejemplo, durante la evacuación de Debaltseve, en febrero, establecieron una presencia internacional visible que defendía la seguridad física y material de la población afectada, tal y como se recomendaba en la guía. Al visitar un campamento al norte de Donetsk donde se alojaban PID de Debaltseve, siguieron la recomendación de prestar atención a la separación entre miembros de una misma familia, y tomaron nota de los informes sobre personas ancianas, enfermas e inmovilizadas que habían quedado atrás.
También han prestado especial atención a las necesidades especiales de las mujeres y los niños. En Volodarske, al sudoeste de Donetsk, constataron un aumento del abuso del alcohol por parte de las mujeres desplazadas, que se encontraban bajo presión por tener que cuidar de sus hijos, por un divorcio y por no tener empleo, así como la gran falta de personal del centro local de servicios sociales. Dieron la voz de alarma acerca de un grupo de menores no acompañados que habían sido evacuados de zonas situadas a lo largo de la línea de contacto en la región de Lugansk y que habían llegado a Severodonetsk con destino a Odesa.
Los observadores de la OSCE hacen una observación valiosa de los problemas a los que están expuestas las personas desplazadas, no solamente en la zona del conflicto, sino también en Ucrania occidental. El equipo de Lviv vigila con atención la manera en que el retorno de los soldados del frente y las tribulaciones de las familias que afrontan la pérdida de seres queridos agrava posibles hostilidades. A pesar de la impresionante generosidad demostrada por la sociedad civil, el informe temático reciente de la Misión Especial acerca de las repercusiones de la crisis en Ucrania occidental revela el desgaste de las comunidades que han tenido que asumir la carga financiera derivada de acoger a personas desplazadas del este del país. Es difícil encontrar un empleo, especialmente en el caso de varones jóvenes. Los empresarios como Hussam Al-Yamani, que buscan deliberadamente a PID, siguen siendo la excepción y no la regla. Tanto el ACNUR como la OSCE vigilan con atención este proceso y procuran aliviar la carga, tanto para los que han huido como para aquellos que los acogen.
Sophie Hofbauer es Oficial Adjunta de Enlace en la Oficina de Enlace del ACNUR en Viena. Ursula Froese es Editora de la revista Comunidad de la Seguridad.
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