La OSCE, una fuente de inspiración para Asia
¿Qué papel ve para la República de Corea en su calidad de Socio de la OSCE para la Cooperación?
La República de Corea ha obtenido un gran provecho de su participación activa como Socio asiático para la Cooperación durante las dos últimas décadas. La OSCE ha sido una fuente muy importante de inspiración en nuestro empeño de crear una visión para la cooperación en la esfera de la seguridad en el noreste de Asia.
Corea es una potencia mediana situada entre cuatro potencias importantes: China, Japón, Rusia y los Estados Unidos. Nuestros vecinos se ven acosados por tensiones y problemas que suponen todo un reto. La Península de Corea sigue dividida, y las ambiciones nucleares de la República Popular Democrática de Corea siguen siendo una grave amenaza para la región. A primera vista, la situación de la seguridad puede parecer desalentadora. Sin embargo, se podrían conseguir muchas cosas en esta región si consiguiéramos establecer un mecanismo de seguridad multilateral. Un noreste asiático estable fomentaría considerablemente la prosperidad y la seguridad mundiales.
La OSCE nos ha dado algunas orientaciones acerca de la manera de establecer un mecanismo de seguridad de ese tipo, utilizando las tres “C” del concepto de seguridad: común, completa y cooperativa. También ha demostrado que, incluso con un prolongado historial de enfrentamientos y hostilidades, los conflictos jamás son inevitables, y que es posible establecer un mecanismo de estabilidad duradera entre antiguos adversarios a través de medidas de fomento de la confianza. Lo que ha conseguido la OSCE hasta ahora en Europa es lo que la República de Corea pretende duplicar en el noreste asiático. Estoy convencido de que la República de Corea, siendo una potencia mediana, puede actuar como facilitadora de esa iniciativa, al igual que Finlandia desempeñó esa función en el Proceso de Helsinki.
Como Socio de la OSCE, Corea contribuye a la labor de la Organización, así como a sus misiones y programas. El año pasado aportamos 100.000 euros para la Misión Especial de Observación en Ucrania, y seguiremos contribuyendo al Fondo de Cooperación República de Corea-OSCE, como llevamos haciendo en los cuatro últimos años.
La evolución del entorno de la seguridad crea nuevas esferas de cooperación. El terrorismo moderno, tal y como muestran los combatientes terroristas extranjeros, los combatientes solitarios y el extremismo violento, es ahora una amenaza latente en cada rincón del mundo. La ciberseguridad también se ha convertido en un tema de gran inquietud para muchos países. A propósito de ese tema, la OSCE ya está aplicando un conjunto de medidas de fomento de la confianza. Esa experiencia servirá como referencia útil para otras regiones, incluido el noreste asiático, y representa una oportunidad para que ambas regiones trabajen conjuntamente.
La República de Corea ha acogido la Conferencia OSCE-Asia en cuatro ocasiones, la última de ellas en Seúl a principios de junio. El hecho de acoger la Conferencia este año tuvo un significado especial, puesto que la OSCE celebra el 40º aniversario del Acta Final de Helsinki. También tuvo un significado especial para mí, puesto que fui el encargado de preparar y acoger la primera Conferencia OSCE-Asia en 2001.
¿Qué puede contarnos acerca de la Iniciativa de Corea para la paz y la cooperación en el noreste asiático?
La Iniciativa para la paz y la cooperación en el noreste asiático (NAPCI) es uno de los pilares de la “política de la confianza” de la Presidenta Park Geun-hye. Otro de ellos es el Proceso de Consolidación de la Confianza en la Península de Corea, que se centra en dicha zona. La NAPCI es una propuesta para un mecanismo de cooperación subregional en un contexto multilateral. Hasta ahora no ha habido ninguna institución análoga en el noreste asiático.
Como ya he dicho, el entorno de la seguridad en la región no es muy propicio. Las conversaciones de las seis partes para desnuclearizar a la República Popular Democrática de Corea no han conseguido avanzar nada: Corea del Norte aún no ha renunciado a sus ambiciones nucleares, y considera que sus programas nucleares y de misiles son cruciales para preservar su régimen. Se trata de cuestiones elementales de desarme y no proliferación. Los países de la región han hecho varias propuestas para establecer un mecanismo oficial de cooperación para la seguridad, pero nunca han llegado a materializarse porque no es fácil abordar directamente estas cuestiones de seguridad tan difíciles.
Al estudiar opciones más viables, la Presidenta Park decidió que sería más realista y pragmático comenzar primero con un debate de las cuestiones menos comprometidas. Por ejemplo, la seguridad nuclear, la ciberseguridad, el rescate y el socorro en caso de catástrofes naturales, la seguridad energética y el medio ambiente son cuestiones menos delicadas y polémicas. La mayoría de los países están interesados en abordar juntos esos problemas.
Básicamente, hay una falta de confianza entre los países de la región, lo que hace difícil ocuparse de las tensiones prolongadas y crecientes en cuanto a la historia, los territorios y la seguridad marítima. Lo mejor será que empecemos con un debate de las cuestiones prácticas y delos temas menos comprometidos de la seguridad. Al cooperar acerca de estas cuestiones, podemos adquirir la costumbre de mantener la cooperación y el diálogo; me refiero a un diálogo sistemático.
En los niveles gubernamental, civil y académico, debemos reunirnos periódicamente y tratar nuestros temas comunes, uno por uno y aplicando un enfoque gradual. Clasificamos la NAPCI como una iniciativa orientada a seguir un proceso. El proceso en sí puede ser el objetivo. Una vez empecemos a debatir un programa de trabajo común, el propio proceso puede fomentar la confianza entre los países.
Por desgracia, aunque hay otros países, entre ellos los Estados Unidos, China y Japón, que apoyan nuestra idea, Corea del Norte no ha reaccionado de la misma manera. En vez de eso, alega que nuestra iniciativa tiene la motivación política de desestabilizar su régimen. A Corea del Norte le preocupa mucho la estabilidad de su régimen. Tratamos de explicarles que nuestra verdadera intención es promover la seguridad y la coexistencia pacífica, al menos de momento, hasta que las dos partes se pongan de acuerdo en la manera de reunificarnos en una sola. Pero ése es un objetivo a largo plazo. Hasta entonces, tenemos que proceder colocando una pieza tras otra, lenta y gradualmente. Sabemos que nos llevará mucho tiempo, pero creo que la decisión correcta es tomar medidas muy pragmáticas y realistas, habida cuenta de la situación actual. El objetivo prioritario es consolidar la confianza.
Muchos términos que utiliza usted resultan familiares en el contexto de la OSCE: “consolidar la confianza”, “cooperación y diálogo”. ¿Puede decirnos cómo podría la OSCE servir de modelo de inspiración para el noreste asiático, y existen quizá también algunas diferencias?
El concepto básico de seguridad de la OSCE, como ya he dicho, es muy significativo. Implica trabajar juntos, en un régimen de cooperación, acerca de cuestiones de seguridad que están todas ellas interrelacionadas. Ese concepto debe ser la pauta para todas las agrupaciones regionales de seguridad. Además, en principio nadie se opone a extrapolarlo o a importarlo a nuestra región. Sin embargo, hablando en términos técnicos y realistas, algunos países no se sienten cómodos con la idea de aplicar el concepto en ciertas esferas. Por ejemplo, los derechos humanos son un tema muy polémico para algunos. Aun así, las tres dimensiones del concepto integral de la seguridad de la OSCE son importantes y pertinentes para mejorar el entorno general de la seguridad en nuestra región.
La interdependencia económica está ya bien afianzada en nuestra región. China es nuestro primer socio económico. China, Japón, los Estados Unidos, Rusia y la República de Corea están todos intervinculados mediante relaciones económicas y comerciales. Sin embargo, nuestra cooperación en cuestiones relativas a la seguridad sigue siendo mínima, por no hablar de los derechos humanos. Nosotros, al igual que Japón y los Estados Unidos, no tenemos problemas en abordar temas delicados relacionados con los derechos humanos. Pero en Corea del Norte, la situación de los derechos humanos es calamitosa. Permítame citar un ejemplo: hace pocas semanas, el régimen de Corea del Norte ejecutó presuntamente, de una manera grotesca, a su responsable máximo de defensa y a altos funcionarios. Ello demuestra la crueldad del régimen y confirma el informe sombrío de la Comisión de Investigación de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos en Corea del Norte en 2014.
La indivisibilidad e interconexión de la seguridad son conceptos elementales que deseamos aprender de Europa. Sin embargo, hasta que se den las condiciones favorables para mejorar al máximo nuestro mecanismo cooperativo de consulta, el fomento de la confianza y la prevención de conflictos son nuestras opciones más prácticas y viables.
Las cuestiones de seguridad nuclear podrían servir para crear un programa de trabajo común. En China está aumentando considerablemente el número de centrales nucleares, y en Corea del Norte las centrales de energía se encuentran en condiciones muy precarias y peligrosas. Si hubiera un accidente en una planta nuclear de Corea del Norte, podría afectar a toda la península y al conjunto de la región. Ya hemos sido testigos del incidente de Fukushima en 2011; desde entonces han transcurrido cuatro años pero aún no se ha disipado la preocupación acerca de la contaminación radiactiva. Japón, por lo menos, está lo suficientemente preparado para hacer frente a incidentes de ese tipo, pero en Corea del Norte un accidente de menor importancia podría provocar una catástrofe. De modo que, para responder a su pregunta, hay muchos puntos en común. Pero si comparamos el proceso de Helsinki con nuestra NAPCI, también advertimos que hay algunas diferencias importantes. En los años setenta existían dos bloques, el Este y el Oeste, y en medio había algunos países neutrales, que eran los interlocutores entre las dos partes. En nuestra región, el panorama es diferente, porque no es simétrico. No tenemos Estados que actúen como amortiguadores: estamos situados frente a frente. La voluntad política es también muy importante. No obstante, Corea del Norte se muestra muy reacia a participar en el proceso NAPCI porque su principal preocupación es la estabilidad del régimen. Hay muchos académicos que dicen que las autoridades de Corea del Norte están afectadas por el miedo o por la fobia de que en cuanto abran su sociedad al mundo exterior se convertirán en otra “Libia”. Hasta cierto punto comprendemos su inquietud, pero si no abren su sociedad no conseguirán desarrollar una economía viable. Recordemos que el mundo es interdependiente. De momento, China es el único país que tiene relaciones normales con Corea del Norte, pero incluso este vínculo se ha debilitado, puesto que China se opone categóricamente a los planes nucleares de Corea.
Ha mencionado usted el Proceso de Consolidación de la Confianza en la Península de Corea. ¿Puede dar más detalles?
La desconfianza es el núcleo de las inestables relaciones intercoreanas, y se debe sobre todo a un círculo vicioso: provocaciones de Corea del Norte, seguidas de una crisis, negociaciones, y una recompensa. Sobre la base de ese análisis, nuestro gobierno ha adoptado el Proceso de Consolidación de la Confianza en la Península de Corea como su principal política respecto de Corea del Norte. Los elementos clave de este proceso son la confianza, la coherencia y la disuasión firme.
En marzo de 2014, la Presidenta Park presentó nuestra iniciativa de paz en Dresde (Alemania), ciudad que antaño pertenecía a la antigua Alemania del Este. Desde la reunificación alemana, Dresde se ha convertido en una ciudad moderna y dinámica, y la región circundante está plenamente industrializada. El mensaje de nuestra Presidenta es que Corea del Norte se puede transformar, lo mismo que Dresde.
Sobre la base de políticas basadas en la confianza y de nuestra iniciativa, la Presidenta formuló tres propuestas. En primer lugar, queremos ampliar nuestra ayuda humanitaria a los niños pequeños y a las madres. La mayoría de los niños de Corea del Norte sufren desnutrición. La estatura media de los niños y los jóvenes es mucho más baja que en Corea del Sur, aunque étnicamente pertenecemos al mismo grupo. Eso es muy preocupante. Después de la unificación habrá una reintegración de las dos partes, y eso puede constituir un gran problema. Por tanto, mi Presidenta propuso ofrecer ayuda humanitaria como una inversión para las generaciones futuras. La ayuda humanitaria que brindamos ayudará a paliar las tensiones y a eliminar los obstáculos entre ambas partes.
La segunda propuesta consiste en trabajar en arasen una prosperidad conjunta. Deseamos brindar nuestra ayuda para reconstruir la infraestructura, las carreteras, los edificios y las comunidades. Ésta es una esfera apolítica que no es delicada. En tercer lugar, tenemos que dedicarnos a preparar un programa de reintegración.
Como ya he dicho, las dos partes han estado separadas desde 1953. Incluso anteriormente hubo una división de las dos partes en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial. La división dura casi setenta años. Durante muchísimo tiempo, la población de Corea del Norte se ha formado con el sistema comunista, sin ningún contacto con el mundo exterior. Así que una tarea importante será fomentar la cultura y la educación comunes. Por eso le proponemos a Corea del Norte que inicie intercambios entre nuestras poblaciones en los ámbitos académico y cultural. Los problemas humanitarios, la prosperidad conjunta y la reintegración son las tres cuestiones básicas que hemos de resolver juntos.
Quisiera mencionar otro pilar de la diplomacia coreana: la “Iniciativa de Eurasia”, a través de la cual deseamos ayudara establecer vínculos entre Europa y Asia. Esta iniciativa, que también ha propuesto mi Presidenta, conectaría ambos continentes a través de una red logística. Hace mucho tiempo existió una Ruta de la Seda desde China hasta Europa. Queremos reconectar las dos regiones y crear una sinergia a nivel de la energía, del comercio… a todos los niveles. No nos hemos topado con ninguna oposición a esta idea. Incluso Rusia y China la han acogido favorablemente, porque ello contribuirá a reconstruir las enormes áreas entre Europa y Asia. Si multiplicamos los intercambios entre las dos partes, seguro que ambas saldrán ganando.
¿Cuáles han sido los últimos acontecimientos en las relaciones trilaterales entre China, Japón y Corea?
Como saben de sobra, en las relaciones entre Corea y Japón y entre China y Japón ha habido discrepancias acerca de varias cuestiones, entre ellas controversias territoriales y revisionismo de la historia. Aunque Corea sigue manteniendo una posición firme acerca de esas cuestiones, creemos que la cooperación en otros ámbitos es importante y debe continuar. Gracias a nuestros esfuerzos, la reunión trilateral de Ministros de Asuntos Exteriores de Corea, Japón y China, que presidimos nosotros, se celebró en Seúl el pasado mes de marzo, después de una interrupción de tres años. Lo que es aún más importante es que los tres países convinieron en que se organizará una cumbre trilateral en cuanto llegue el momento oportuno. Esto es un acontecimiento muy importante para el noreste asiático, y nuestro gobierno confía en poder seguir promoviendo las relaciones trilaterales sobre la base de este éxito reciente.
La República de Corea ha sido Socio asiático de la OSCE para la Cooperación desde 1994. Los Socios asiáticos para la Cooperación son Afganistán, Australia, Japón, la República de Corea y Tailandia.
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